SEMANA CREATIVA DE BOSQUES ENCANTADOS- DIA 5
"Me incliné para observar mejor, y fue entonces que vi mi propio reflejo. Pero algo no estaba bien. Mi reflejo no era el mío, no del todo. Era una versión de mí con ojos que resplandecían y una sonrisa enigmática. De pronto, sentí que algo tocaba mi mano. La criatura me miraba con sus grandes ojos chispeantes y me señalaba el agua.
-Este espejo muestra lo que los viajeros esconden en sus corazones- susurró con voz suave (tal vez ni siquiera habló, pero lo escuché), parecía el crujido de las hojas al viento.
Me sobresalté al oírlo hablar , pero no aparté la vista del agua. Entonces lo entendí.
El bosque no era solo un lugar de maravillas, sino un reflejo de lo que llevamos dentro, un espejo del alma. Comprendí que la naturaleza misma era un reflejo de nosotros mismos. Que somos, como humanidad, un reflejo de un bosque, que entrelaza sus raíces y se conecta con todo ser vivo que vive en él. Sentí en mi cuerpo una energía de vida tan gratificante, que recorría todo mi cuerpo, y de alguna forma, me conectó con el bosque. Me vi en una hoja de un árbol, me vi en un hongo del suelo, recorrí cada rincón del bosque, como si viajara a velocidad de la luz, todo pasó tan rápido.
Me di cuenta que había algo en mí, algo escondido, que aún no había enfrentado. Una verdad que, de alguna forma, el bosque me estaba revelando.
Antes que pudiera hacer algo más, la criatura tiró suavemente de mi mano, llevándome de regreso por el mismo camino. Las flores doradas y los helechos susurrantes parecían inclinarse hacia mí mientras me alejaba. Todo el bosque se despedía, y al cruzar nuevamente por el arco de ramas entrelazadas, sentí que volvía al mundo de los humanos, pero no del todo igual.
Cuando miré atrás, el bosque de Lórear parecía un bosque común y lejano, pero en mi corazón, su eco resonaba aún. Una parte de mí sabía que algún día, quizá en otro tiempo, volvería al bosque encantado. Y, esta vez, iría sabiendo que, más que un lugar, era una puerta hacia lo más profundo de mí misma".
Cuando volví a mi casa, todo se veía de una manera diferente, me sentí realmente conectada a todo, jamás olvidaré ese sentimiento. Y volví muy emocionada por plasmar todo en mi casa.
Hoy quiero enseñarles este elemento que además de práctico, es hermoso y refleja tímidamente un pequeño espacio de bosque. Haremos macramé para la cocina...
Para hacer este frutero de macramé colgante necesitamos 12 tiras de hilo de algodón de 130 pulgadas de largo, que doblaremos a la mitad y colocaremos en una anilla de madera, de la manera correcta. Todos los nudos que usaremos son los mismos utilizados hasta ahora en los post, ya que la practica lleva al maestro, así que si siguen la guía, este nudo lo harán de ojos cerrados.
Repartimos los hilos en 3 grupos y hacemos el nudo plano por 14 pulgadas de largo, en mi caso coloqué 2 bolas de madera separadas por 6 nudos...
Ahora colocamos un aro que será el borde de nuestra canasta, a la cual también añadiremos más hilos, de un largo apróximado de 60 pulgadas y los anudamos al borde del aro plástico (éste aro puede ser metálico, plástico , madera, como quieran).
Siempre trabajando con nudo plano.
Ahora hacemos la base, con el mismo nudo, y trabajamos por 4 pulgadas de largo con él...
Luego vamos tomando 2 conjuntos de nudos planos y los anudamos juntos, de ésta manera se va a ir achicando, en cada vuelta se toman de a dos nudos juntos. Empezará a cerrarse todo el conjunto...
Al final, tomamos la tira más larga que halla quedado y simplemente anudamos todo...
Un tip, este tipo de soporte les ayudará a realizar los trabajos de macramé sea que se cuelgue una anilla o se cuelgue un tapiz, claro, es para cuando hacemos cosas de vez en cuando y no ocupa lugar, si vas a dedicarte al macramé lo más adecuado es tener uno de gran tamaño...
Espero que te hallas gustado esta propuesta y que te pongas manos a la obra para una deco funcional y original. Nos vemos la próxima, quien sabe que clase de aventura nos espera...
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